El espíritu de las fallas desde su inicio ha sido crítico y satírico. Esta crítica abarcaba desde asuntos locales como un vecino molesto, hasta temas de trascendencia internacional. Un tema que preocupaba tanto a los valencianos de finales del siglo XIX y principios del XX, como era disponer de una adecuada red ferroviaria en València, no podía escaparse del ingenio de los falleros, que más o menos en broma hacían su reivindicación en los monumentos.
El tren “directo” a Madrid
Valencia tuvo el honor de ser la tercera ciudad de la península en disponer de un transporte que revolucionó el mundo: el ferrocarril. En efecto, tras la inauguración de las líneas Barcelona-Mataró (1848) y Madrid-Aranjuez (1851), en 1852 se puso en marcha el tren de Valeècia a Vilanova del Grau, conectando la ciudad con su puerto con un medio de transporte más rápido y cómodo que las tradicionales tartanas que realizaban ese recorrido. La línea València-Grau fue la primera de las muchas que se inauguraron alrededor de la ciudad, comunicándola con el resto de la Comunidad Valenciana y con las ciudades más importantes de España. Por poner dos ejemplos relevantes, el 19 de noviembre 1859 Valencia estrenó su ferrocarril hasta Madrid vía Albacete, y unos años más tarde, en 1867, la línea a Tarragona.
Los valencianos de finales del siglo XIX tendrían que estar contentos por semejante desarrollo tecnológico, pero durante mucho tiempo tuvieron clavada una espinita. La línea del tren a Madrid daba demasiado rodeo al pasar por Almansa, con lo que el tiempo que se tardaba en llegar la capital de España era excesivo. Por este motivo, desde principios del siglo XX se pedía desde València una vía a Madrid por el camino más corto, es decir, por la provincia de Cuenca, a la cual llamaban en aquella época “tren directo a Madrid”.
Como era normal antes y lo es ahora, las reivindicaciones de los valencianos se plasmaban en los monumentos falleros, y fueron numerosos los que con mucho ingenio pedían ese tren “directo”. El tema dio mucho juego en 1912: de las 29 fallas plantadas ese año, siete lo trataron. Al año siguiente, en 1913, siguió dando que hablar la deseada línea de ferrocarril, pues se encontraron fallas como la de la plaza de las Arenas del barrio de Russafa (actual plaza del Barón de Cortés, en parte), que con el título “El moderno Don Quijote” criticaba la actitud del gobierno de Madrid ante el tren directo. En concreto representaba a Álvaro de Figueroa y Torres, presidente del Consejo de Ministros de Alfonso XIII, chafando con una plancha a los ciudadanos descontentos con él entre los cuales estaban los valencianos, ya que ponía trabas a la conexión València-Cuenca. Otra falla, la plantada en la Plaza de Mossén Sorell, hacía alusión a la ansiada línea de ferrocarril, aunque de una manera menos clara.
Tras muchas décadas de espera, por fin llegó el tren València-Madrid por Cuenca. Se hizo realidad en noviembre de 1947, con la inauguración del tramo Cuenca-Utiel, cumpliéndose con ello el sueño de muchos valencianos. No obstante, Renfe nunca le ha prestado la debida atención a esta línea, como demostraba su falta de renovación y su poco uso respecto al camino por Albacete. Finalmente, esta línea demandada en tantas fallas tuvo su final el 30 de noviembre de 2021, cuando se decidió su cierre. Seguramente el AVE entre Madrid y València fue la sentencia de muerte de esa vía Madrid-Cuenca-València.
Tranvías lentos y sin metro
El 23 de junio de 1876 se produjo otro acontecimiento histórico en València relacionado con los transportes. Ese día se pusieron en circulación los primeros tranvías en la ciudad en dos líneas: la primitiva interior y la del Grao. Las fallas no podían ser ajenas a este acontecimiento, y retrataron ese novedoso medio de transporte, haciéndolo instrumento o blanco de su ironía.
Posiblemente la falla más famosa que retrató a un tranvía fue la que llevó el lema “De Valencia a Nova York en les ales d’un parot”. Plantada en 1928 en la plaza de Mariano Benlliure y construida por el artista Carlos Cortina, criticaba que mientras la aviación progresaba, los transportes urbanos de Valencia se habían quedado anticuados. El monumento representaba esta intención con una libélula que se llevaba un tranvía por viejo, consiguiendo con ello el primer premio del Ayuntamiento de València. El tercer premio se lo llevó otra falla donde figuraba un tranvía: se trató de la plantada en la calle Conde de Salvatierra, obra de Regino Mas, en la cual se hacía crítica de las reformas urbanas (alcantarillado, líneas de tranvías, etc.) que se llevaban a cabo en la ciudad.
El tranvía, como elemento totalmente integrado en la vida valenciana, apareció en muchas otras fallas. Incluso después de su desaparición en 1970 se pudo ver en algún monumento, como en el que dedicó Archiduque Carlos-Chiva a los transportes de todos los tiempos en 1988.
¡Queremos metro en Valencia!
Los transportes públicos de València han dado mucho que hablar. La llegada del tren en 1852 con la línea València-Grao (la tercera inaugurada en España) y el tranvía en 1876 supusieron un gran avance, pues a pesar de ser lentos, eran mucho mejores que las viejas tartanas. Sin embargo, aun siendo la tercera ciudad de España, València no contaba un medio mucho más rápido y moderno que sí tenían Madrid y Barcelona: el metro.
Los primeros proyectos de ferrocarril subterráneo en València (que no metro propiamente dicho) datan de 1934, y consistían en un túnel que uniría la estación de vía estrecha del norte de la ciudad (Pont de Fusta) con la del sur (Jesús), pasando por debajo del centro de València. La Guerra Civil Española obliga a aparcar la idea hasta los años 40, pero a pesar de retomarse, nunca llegaba a hacerse realidad. La falla de Juan de Aguiló de 1944 se quejaba del retraso en la ejecución de este proyecto tan importante para la ciudad, diciendo claramente que la estación de metro de Jesús (cercana donde se planta la falla) estaba en el panteón del olvido.
La Falla So Quelo de 1953 dedicó su monumento a otro supuesto túnel, en este caso entre las dos estaciones principales de vía ancha (la de Aragón en el norte y la del Norte en el sur, aunque parezca paradójico esto último), y mostraba a dos trenes en el remate que aludían a ambas estaciones. Delante de ellos había una novia con una cola, pero de quejas por el servicio ferroviario. La falla retrataba el desespero de los valencianos por tener una estación central subterránea de manera divertida, como la escena que mostraba a los invitados a la inauguración de la misma con la barba que les había salido de esperar. En otra se criticaban los pasos a nivel con una barrera cerrada porque el maquinista se había ido a hacer sus necesidades, mientras una mujer tiene que esperar a punto de parir.
El tren suburbano tardó bastante en llegar a València. Por fin, en 1988 Ferrocarrils de la Generalitat Valenciana (FGV) inauguró el primer túnel de la ciudad, que unió las líneas de Llíria y Bétera con la de Villanueva de Castellón, haciéndose realidad así el viejo proyecto de unir las dos estaciones término de vía métrica. El túnel para Renfe no fue necesario, ya que la Estación de Aragón se derribó en 1974. Eso sí, la “estación central subterránea” está en proyecto y el famoso Parque Central sustituirá a la actual playa de vías de la Estación del Norte. Lo que no sabemos es cuándo la empezarán a construir…
PARA SABER MÁS:
SOLER I GODES, ENRIC (2000): Las Fallas: notas para su historia (1849-1936), València, Albatros.
VV.AA. (1990): Historia de las Fallas. València, Levante-EMV.
ESBRÍ, IVÁN (2018): “Falles metropolitanes”, Llibret de la Falla Sant Valerià, pp. 126-149.
“El modern Quixot”, Instagram del Museu Faller de València (consulta: 31/12/2021).