Llegada del primer tren fallero (1927). Foto: "Valencia Atracción"
Llegada del primer tren fallero (1927). Foto: "Valencia Atracción"

Antes de que a Benidorm le salieran hoteles como churros y se convirtiera en el mayor punto turístico de lo que ahora es la Comunidad Valenciana, ya se pensó que lo fuera Valencia. Fue en los años 20, cuando la Sociedad para el Fomento del Turismo lo intentó aprovechando dos de sus puntos fuertes: el buen clima y el arte de las Fallas. En esta línea, dicha asociación organizó en 1927 el primer tren especial para visitar esta fiesta (que la prensa valenciana bautizó enseguida como “tren fallero”), para lo cual contó con la ayuda de las casas regionales valencianas en diversas ciudades.

Llegada del primer tren fallero (1927). Foto: "Valencia Atracción"
Llegada del primer tren fallero (1927). Foto: “Valencia Atracción”

El anuncio del tren fallero, vehículo que vendría a Valencia procedente de Madrid, fue una gran revolución para los valencianos. El propio Ayuntamiento de Valencia se implicó ampliamente preparando publicidad de las Fallas (10.000 portadas de Valencia Atracción, revista de la Sociedad para el Fomento del Turismo) y animando a las comisiones falleras a que participaran en actos para los visitantes, entre los cuales por cierto había muchos valencianos emigrantes. Tal fue el entusiasmo general que el recibimiento en la estación del Norte, el 18 de marzo de 1927, fue antológico. Al lugar acudieron diversas autoridades con la senyera (bandera valenciana), así como todas las comisiones falleras con sus bandas de música, y muchísima gente que llenó los andenes y las calles colindantes al edificio ferroviario. Incluso se llegaron a disparar tracas, aprovechando que en aquella época no existían las estrictas medidas de seguridad pirotécnicas que tenemos ahora. Y una vez en Valencia los visitantes de Madrid tras diez horas de viaje, se les obsequió con actos especiales como música y danzas tradicionales valencianas en los jardines de los Viveros, así como cambios en la hora de la cremà de algunas fallas para que pudieran asistir sin problemas. Este año también hubo un tren desde Murcia con visitantes para las fiestas falleras, pero el protagonismo se lo llevó el procedente de la capital de España.

El éxito de esta primera experiencia fue tan grande que al día siguiente, la prensa ya sugería que hubiera tren fallero todos los años. Y así fue: en 1928 volvió a organizarse el procedente de Madrid (como curiosidad, los billetes los vendía la desaparecida agencia Viajes Marsans), al que se añadió otro desde Barcelona. En años siguientes se apuntaron muchas otras ciudades a traer visitantes en ferrocarril para ver las Fallas, a veces con la locomotora o los coches adornados con motivos valencianos; sólo dejó de salir durante la Guerra Civil Española (1936-1939) en que no se celebró la fiesta. Los trenes falleros llegaron a ser numerosos en algunos años, como en 1941, en que hubo tres desde Madrid, y uno desde cada uno de estos lugares: Barcelona, Zaragoza, Burgos y Andalucía. Pero el progreso y la mejora de la situación económica española finalmente pudo con él: el último tren fallero salió en 1974, víctima del coche particular que ya era de uso general entre los españoles.

Tren fallero

El tren fallero supuso tal estímulo turístico para las Fallas que logró que creciera la fiesta, empezando a evolucionar hasta lo que es ahora. De hecho, en 1927 aumentó considerablemente el número de fallas plantadas en Valencia respecto al año anterior (59 fallas, un 55% más), lo que obligó a mejorar la organización de la fiesta creando organismos como la Asociación General Fallera Valencia, que agrupaba a comisiones falleras, y el Comité Central Fallero, precedente de la actual Junta Central Fallera. Pero además en 1928 la plantà se adelanta una noche, al 16 de marzo, aumentando en un día la fiesta como sugerencia de la Sociedad para el Fomento del Turismo. En 1931 aparece el primer programa de festejos oficial y la Crida, y al año siguiente se crea la “semana fallera” con la coordinación de actos generales con los particulares de cada comisión. Y en 1934 se crea la Cabalgata del Ninot y la Exposición del Ninot, entre otros avances de las Fallas que se produjeron en aquellos años posteriores a la implantación del tren fallero. El turismo, pues, fue entonces un importante catalizador para la fiesta como lo sigue siendo en la actualidad.