La comisión fallera conocida como King-Kong es hoy en día recordada a pesar de su corta existencia, tan sólo tres ejercicios falleros. Y es que fue un proyecto alternativo de fiesta que surgió en plena Transición Española, llegando a ser tan revolucionario para la época que fue objeto de duros ataques que finalmente acabaron con él.
Esta comisión, de nombre oficial Jacinto Benavente-Reina Doña Germana, fue fundada en el ensanche de Valencia en 1977 por hijos de la burguesía valenciana, personas relacionadas con el mundo universitario (en concreto, muchos procedían de la Escuela de Arquitectura), intelectuales y progresistas. Por ejemplo, entre los nombres de sus primeros falleros estaban unos jóvenes Fernando Villalonga (quien años más tarde fue conseller de la Generalitat Valenciana con Zaplana), Alfons López Tena (ahora político de Solidaritat Catalana) y Julio Tormo (conocido periodista de temas festivos), siendo este último el presidente durante toda la vida de la falla. Estos fundadores quisieron plantear las Fallas desde una nueva perspectiva, reivindicando una “fiesta popular” donde participen todos en contra del imperante control del organismo oficial, Junta Central Fallera. En concreto, en uno de sus llibrets se declaraba que sus objetivos eran acabar con el centralismo de dicho órgano municipal, criticar el mercantilismo de las Fallas y su coentor (palabra en valenciano que significa más o menos “excesos de dudoso gusto”), y denunciar la separación entre el mundo fallero y la realidad social.
Y en efecto, con ese planteamiento la Falla King-Kong se acercó a la sociedad que le rodeaba saliendo a la calle y haciéndole participar en la fiesta, incluyendo a algunos sectores sociales que apenas participaban en las Fallas por aquel entonces, en especial aquellos considerados más progresistas. Se contradecía de esta manera con la mayoría de comisiones falleras de la época, que se encerraban en sí mismas y no se abrían al barrio.
La personalidad de esta comisión quedaba patente en sus actos. Un ejemplo de ello fue la presentación de la primera fallera mayor de la comisión, que tuvo lugar en un escenario puesto en la calle y que contó con Joan Monleón como mantenedor, así como con la música de su grupo Els Pavesos, exponente de la música popular valenciana. También pasaron por la comisión Al Tall, Remigi Palmero y Bustamante, músicos muy alejados del conservadurismo imperante en el mundo fallero. En su primer llibret también estuvieron en la vanguardia, publicándolo casi todo en formato de cómic y contando con ilustradores muy en boga en aquel momento como son Micharmut y Javier Mariscal. Pero además organizaban coloquios sobre fiestas populares, y en los pasacalles utilizaban indumentaria tradicional valenciana y no el traje negro inventado por Junta Central Fallera para los hombres. El atrevimiento de esta comisión llegó a puntos difícilmente tolerables por el mundo fallero de los años setenta, siendo uno de sus puntos máximos una parodia de la Ofrenda donde las falleras llevaban gavillas de alfalfa a modo de ramos.
Por otro lado, la filosofía de falla popular y abierta a la sociedad también la llevaron hasta sus monumentos. El primero, cuya figura central era el mono King-Kong (que acabaría dándole el sobrenombre a la comisión fallera), desperdigó por las calles sus ninots que representaban los problemas que tenía Valencia por culpa de la dictadura (apartamentos en El Saler, la Albufera, central nuclear de Cofrentes, etc.), y permitía al público a montar escenas con ellos. El segundo, de 1979, tenía por lema Homenatge viperí y era un kiosco donde actuaban músicos y actores teatrales, a la vez que el catafalco criticaba a los hombres públicos valencianos (cantantes, políticos, etc.). El diseño de la tarima era de Fernando Aranda, fallero que había estudiado arquitectura como muchos otros de la Falla King-Kong. Dicha tarima se volvió a utilizar el año siguiente en la falla de lema La corte del faraón, que tenía forma de tres pirámides de diferente tamaño, teniendo la grande espacio para actuaciones; la pequeña, ruedas para llevarla en los pasacalles; y la mediana, que estaba abierta por arriba para que los vecinos tiraran en ella todos los trastos viejos que quisieran quemar con la falla. Las tres fueron realizadas, como no podía ser menos, por los propios falleros, igual que en los albores de las Fallas.
Pero tanto progresismo y desafío a la estructura vigente de las Fallas trajo sus problemas. La élite que gobernaba la fiesta atacó a la Falla King-Kong, pero también lo hicieron grupos de extrema derecha que llegaron a arrancar carteles, amenazar con quemar la falla antes de hora, insultar a la fallera mayor telefónicamente y agredir físicamente a las personas que había en el casal. Esta resistencia, unidos a la falta de cohesión interna de los falleros y que el proyecto no llegó a cuajar en el barrio donde se plantaba la falla (en algunos balcones ponían sábanas blancas a modo de protesta), hizo que en 1980 dejara de tener continuidad.
La experiencia le pasó factura a su presidente, Julio Tormo, ya que fue inhabilitado como fallero a perpetuidad por Junta Central Fallera. No obstante, años más tarde fue amnistiado en un Congreso General Fallero y hasta fundó otra comisión fallera en el ejercicio 2000/2001, Alameda-Avenida de Francia, en lo que entonces era uno de los nuevos barrios de Valencia. Ahora bien, en este caso la falla tuvo un planteamiento más habitual, no teniendo nada que ver con el proyecto de King-Kong.
PARA SABER MÁS:
VV.AA. (1990): Historia de las Fallas. València, Levante-EMV.
El Turista Fallero, años 1978, 1979 y 1980.
“Falla King-Kong. Llibret març 1978. Falla Jacinto Benavente-Reina Doña Germana” en Tebeosfera.com (consulta: 19/03/2021).
RUIZ, HONORAT J. (2019): “Mes enllà de la discomòbil”. València, Llibret de la Falla Castielfabib-Marqués de Sant Joan, pp. 20-25.
ALBORCH I MALLOL, G. (2013): “El disseny en els llibrets de falla”. Cullera, Llibret de la Falla El Canet, pp. 145-151.
“Informe: la revolució King Kong” (2023) en À Punt Media (consulta: 7/03/2023).