En Valencia se celebra uno de los concursos de teatro amateur con más participantes en España: el organizado por Junta Central Fallera. Este certamen, en el que participan cada año cientos de falleros y falleras, tanto adultos como infantiles, tiene una larga historia cuyo embrión se encuentra en las primeras fallas que tuvieron ninots.
Efectivamente, la primera relación entre las fallas y el teatro la encontramos en la primitiva falla escenario. Allá por el siglo XIX, los catafalcos que se quemaban en la fiesta eran una caja enorme a modo de escenario (llegaba a menudo a los dos metros de alto) sobre la cual se colocaban unos ninots interpretando una escena, que normalmente satirizaba una persona o situación censurable por los vecinos. Esta escena tenía inicialmente lectura frontal, igual que los teatros, hasta que el número de ninots fue creciendo y apareció la “falla rodada”, es decir, aquella que hay que rodear para ver todo su mensaje. Pero las fallas tenían otro elemento más en común con el teatro: la temática. Como en las obras de teatro de la época, en ellas se habla de asuntos eróticos, paródicos y de costumbrismo, siendo todo ello herencia del sainete valenciano que contaba con autores como Bernat i Baldoví y Escalante.
Las representaciones con actores de carne y hueso dentro de la fiesta fallera aparecen cuando empiezan a consolidarse las comisiones falleras en el primer tercio del siglo XIX, es decir, cuando el monumento que se quema ya no lo realiza un grupo improvisado de vecinos sino uno más o menos estable en el tiempo. El teatro fallero aparece cuando surgen actos que propician representaciones, siendo el más destacado la presentación de la fallera mayor, aunque también se actúa por entretenimiento y como forma de obtener ingresos para la fiesta. En este contexto es cuando se empieza a dar un subgénero específicamente fallero: el apropòsit, pequeñas obras de teatro cargadas de humor y sentimentalismo que tienen lugar al principio de la presentación de la fallera mayor, y que incluyen normalmente exaltación de las fiesta y, especialmente, de dicha fallera mayor.
Pero el mayor impulso que tiene el teatro representado por falleros y falleras viene con la creación del concurso de Junta Central Feallera. En el ejercicio fallero 1972/73, concretamente en otoño de 1972, la Falla Corretgeria-Bany dels Pavesos con la colaboración de la Agrupación de Cultura de El Micalet organiza el primer certamen de teatro fallero en valenciano, promovido por alguien que con el tiempo se convirtió en un icono para todos los valencianos: Joan Monleón. Éste, por entonces horchatero en la valenciana avenida del Oeste pero ya con trazas de showman, era el presidente de dicha agrupación cultural y estaba vinculado a la comisión de Corretgeria. Ahora bien, la convocatoria la realizó Junta Central Fallera, en un hábil movimiento para darle carácter oficial al concurso que, además, era casi obligatoria entonces. De todas maneras, aunque los promotores perdieran el control total ganaron una marca de cava catalán como patrocinadora.
Al principio las comisiones falleras representaban obras que les tocaban por sorteo, y que eran traducciones de autores como Shaw, Molière, Chejov o Teixidor, dada la escasez de escritores de teatro locales. Quienes traducían y adaptaban las obras al valenciano eran Rodolf y Josep Lluís Sirera. Por otro lado, los falleros podían formarse gracias a cursillos de teatro en las instalaciones de El Micalet y dirigidos por el grupo El Rogle, que incluían tanto interpretación como escenografía, maquillaje y otras técnicas relacionadas con la escena. El escenario era el teatro del Ateneo Mercantil de Valencia.
En la primera edición del concurso, la obra ganadora fue La farsa de Misser Pere Pathèlin, interpretada por actores de la Falla El Port de Silla. Monleón calificó esa primera experiencia como un fracaso económico (a pesar de tener patrocinador), aunque también un éxito artístico. Incluso algunas compañías de comisiones falleras realizaron bolos por toda la provincia de Valencia, llegando al centenar de representaciones. Tan bien recibido fue el concurso de teatro, que una de las comisiones participantes, Pintor Domingo-Guillén de Castro, homenajeó a la Falla Corretgeria por haberlo puesto en marcha.
El II Concurs de Teatre tuvo lugar al año siguiente, resultando ganador el grupo Brusquina, cuadro artístico de la Falla Conde de Salvatierra-Cirilo Amorós (Valencia), con la obra L’inspector de Gogol. Con esta obra, los falleros llegaron casi a las 60 representaciones en diversos lugares. De nuevo el certamen tuvo un gran éxito; sin embargo, las cosas cambiarían mucho en el ejercicio fallero siguiente. En efecto, a finales de mayo de 1973 se convoca la tercera edición, pero el recién nombrado alcalde de Valencia, Miguel Ramón Izquierdo, decide prescindir de la Falla Corretgeria-Bany dels Pavesos en la organización del concurso. La explicación dada por Junta Central Fallera para prescindir de los creadores del mismo fue que una comisión fallera no puede unilateralmente organizar un concurso, aunque en realidad lo que quería el organismo oficial era dominar por completo el mundo fallero por un lado, y suprimir una actividad cultural que consideraba “peligrosa” (por no ser todo lo “valenciana” que debía ser) por otro. Pocos meses después, Junta convoca su I Concurs de Teatre en Llengua Valenciana, olvidando conscientemente las dos ediciones anteriores.
Aquel fue el principio de una época de cierta decadencia del teatro fallero en valenciano, hasta que en los años 80 del pasado siglo XX volvió a revivir. El concurso volvió a sus orígenes, subiendo el nivel de al representarse mucha más cantidad de obras modernas y de autores extranjeros de renombre. A ello contribuyó la participación de fallas de diversas localidades como El Poble de Paiporta, El Túria de Riba-roja o L’Om de Picassent, que entonces podían participar en el concurso de Junta Central Fallera. A ellas se unieron otras de Valencia tan significativas como Na Jordana, Vall de Laguar-Padre Ferris, Actor Mora-Avenida Constitución, Cedro-Explorador Andrés y otras. Por otro lado, también es destacable la creación del Teatro Estable de las Fallas en 1983, formado por actores y actrices de varias comisiones y dirigido por José Luis Campos. La experiencia apenas duró dos años, aunque en 2017 se retomó la idea y Junta Central Fallero lo refundó.
El concurso de teatro de Junta Central Fallera continuó su expansión, extendiéndose a infantiles en 1974, y también la de autores contemporáneos cuyas obras se representaban en el mismo, incluyendo algunos valencianos y vinculados a la fiesta como Carles Alberola, Kepa Llona, Manuel Andrés Zarapico y Hernán Mir. Las representaciones han pasado por diferentes sedes, como el Teatro de Castellar y el Teatro Flumen, utilizándose actualmente una sala de La Rambleta para ello. Sin embargo, en todos estos años y a pesar de ser un concurso que ha alcanzado un prestigio, aún le cuesta captar público de fuera del ámbito fallero que acuda a las actuaciones.
PARA SABER MÁS:
SIRERA, J. L. (2007). “Les falles i el teatre”. Cendra, nº 5, pp. 21-25.
BERGON, J. V. (2007). “El concurs de teatre a la Junta Central Fallera”. Cendra, nº 5, pp. 26-28.
CAMPOS, J. L. (2007). “El teatre estable de les falles”. Cendra, nº 5, pp. 30-31.
BELLVERSE, R. (1973). “El concurs de teatre en valencià será un gran festival de teatro independiente”. Las Provincias, 5/10/1973.
PÉREZ PUCHE, F; LLADRÓ, V (1978). Fallas en su tinta (1939-1975). Valencia, Ed. Prometeo.