Una de las fallas más recordadas, y eso que ha llovido mucho desde que la plantaron, es la plantada en la valenciana plaza de Mariano Benlliure (también llamada plaza de la Pelota) en 1928. Obra del artista Carlos Cortina, consiguió el primer premio de aquel año.
El lema de este monumento era De València a Nova York en les ales d’un parot, y hacía alusión a los avances que había en los medios de transporte. El tema viene en relación a la “moda” de la época (según dice en su llibret) de cruzar el Atlántico en avión como hicieron Ramón Franco y Lindberg. Como por aquel entonces Valencia no tenía aeropuerto aún, ya que el de Manises se inauguró en 1933, los falleros propusieron por un lado utilizar la Via Láctea como pista de aterrizaje, y por otro coger una libélula (“parot” en valenciano) macho, darle aguardiente de hierbas para abrirle el apetito e hincharla a arroz al horno, chuletas y vino, hasta que llegue a los 14 metros de largo. Una vez alcance ese enorme tamaño, cogerá un tranvía de Valencia (en concreto, uno llamado popularmente “perrera”) que le servirá de cabina de pasajeros, y se podrá a hacer vuelos entre Valencia y Nueva York. Entre los pasajeros de este curioso medio de transporte encontramos una pescadera, unos recién casados, un pescador, y dos ricos llamados el “Rey de las Escobas” y Bomba L’Oliér; por otro lado, la tripulación la forman un cobrador y una aviadora que debía ser muy guapa porque tenía el título de “Miss Menga”. Pero además, en la cola de la libélula va un torero que promete. La gracia con que se explicaron estos y otros detalles en el llibret hizo que la publicación recibiera una mención honorífica en el concurso de la Asociación Cultural Lo Rat Penat.
Casualmente, la comisión de la plaza de Mariano Benlliure fue la primera en recoger el primer premio en la plaza de Emilio Castelar, hoy del Ayuntamiento, ya que en 1928 tuvo lugar el primer desfile de recogida de premios, costumbre que pervive en la actualidad. También sigue en boga otra circunstancia que tuvo lugar en ese año: las protestas por los premios otorgados. En ese año fueron las fallas Cuba-Denia y Ángel Guimerá las que se enfadaron con el jurado porque, según ellas, no habían visto todas las fallas cuando decidieron las ganadoras. Además, la primera se quejó de que ni la falla de Mariano Benlliure ni la de la calle de la Paz, esta última ganadora del segundo premio, estaban plantadas a las ocho de la mañana como obligaba un mando de la alcaldía.
Esta falla de los años veinte ha tenido sus homenajes ya en tiempos más recientes. Uno fue la falla municipal de Valencia en 1994, donde el artista José Martínez Mollá la reprodujo como parte del remate. Otro fue el ninot que retrataba al artista Carlos Cortina que formaba parte de la falla de Bolsería-Tros Alt de 2008, el cual incluía fotos de este mítico De València a Nova York. Y por último, el Centro de Artesanía de la Comunidad Valenciana también recordó este monumento, cosa que hizo dentro de la exposición “Artesanía combustible: encuentros de cartón en la ciudad de Valencia” celebrada en marzo y abril de 1990. Colaboraron en este homenaje, único realizado a un monumento fallero, los expertos en fallas Rafa Ferrando y Manolo Sanchís.
Por último, destacar una curiosidad: esta falla aparece en un “Cinegiornale” (algo así como el NO-DO italiano) donde se muestran varios catafalcos de 1928.