Ni hecho adrede, la Falla Na Jordana hubiera plantado una falla tan querida que acabara convirtiéndose en su símbolo. Aquel enorme Pinocho de su falla 2001: Pinotxada universal o una odissea de tres parells de nassos, tuvo tanta repercusión popular que incluso la comisión que lo plantó lo ha adoptado como icono, y lo ha reproducido en diversas ocasiones (aunque no tan grande) en fallas posteriores.
La falla costó 26 millones de pesetas (156.263,15 euros de ahora), y la construyó el taller de Manolo Martín López según el diseño de Sigfrido Martín Begué y el guión de Vicent Jarque, colaborando también un comité asesor formado por componentes de Na Jordana. En ella se critica la hipocresía y la falsedad del ser humano, representándola con la figura de Pinocho (que, recordemos, en el cuento decía mentiras y por ello le crecía la nariz). Pero no sólo en el remate, ya que el resto de ninots eran adaptaciones de él a diferentes personajes y situaciones. Pinocho, por cierto, no se modeló según la estética de las películas de Disney, sino de una forma estilizada inspirada en el cuento original de Carlo Collodi. Se enfocó así su figura porque en el texto original el protagonista era malo y egoísta, y no bondadoso y simpático como en la película.
La gran figura del remate, de 23 metros de altura -asomaba por encima de los tejados que la rodeaban-, se apoyaba en una especie de edificio-mueble con balcones-cajones de un estilo postmoderno. Pinocho llevaba en una mano un matamoscas dudando si matar su conciencia representada por Pepito Grillo, que estaba en una mesa aparte (en el cuento original, Pinocho mata al grillo de un mazazo al poco de aparecer en la historia) con levita y dedos acusadores.
En las escenas se aludía a la hipocresía en la cultura, el arte, las Fallas y la política de aquel entonces. Así, en cuanto a temática festiva se preguntaban si la Ofrenda es un acto religioso o un desfile de modelos; en otra aparecía un monumento al “metro fallero”, criticando las mentiras sobre la altura de las fallas; también hay un ninot indultat que se lleva al “Museo de la Coentor” y que parece una figura de porcelana de Lladró; y en otro lugar de la falla estaba Walt Disney congelado, como congelada está la estética de las fallas en lo clásico.
En cultura y arte, los “Tres Terrores” cambian el bel canto por éxitos populares como No cambié o Macarena; los libros de Aranera Quintana los firma esta supuesta escritora junto con un ejército de negros (recordando la acusación de que un libro de Ana Rosa Quintana lo había escrito otra persona, “un negro” en argot editorial); las paellas de diseño se exponen en un museo, criticando la política museística que igual expone vanguardia que lo más cursi y de mal gusto; la proyección artística gracias a la jet-set; y la isla de la Barahunda o de los vicios, donde la juventud por culpa del fanatismo deportivo y otros fenómenos de masas, se convierte en individuos neonazis y terroristas. Los ninots no representaban a personajes concretos, pero sí que se daban un aire a ciertos famosos.
La idea de esta mítica falla surgió cuando el artista Manolo Martín López, que renovaba contrato tras el éxito de Mutacions el año 2000, propuso a Sigfrido Martín Begué como diseñador. Lo conocía de haber trabajado juntos anteriormente y pensaba que la estética de su obra sería adecuada para una falla. Además, contar con Sigfrido Martín en el proyecto le daría proyección internacional, al ser un autor reconocido en el arte contemporáneo y habitual de la Movida Madrileña que existía por entonces. Precisamente el personaje de Pinocho es uno de los favoritos de este artista por su posibilidad de deformarse (crecerle la nariz) cuando miente, por lo que aparece en numerosas de sus obras. Convertido este ser de madera en protagonista de la falla que se iba a plantar, fue Vicente Jarque, que se encargaba normalmente de los textos de las exposiciones de Martin Begué, el que simplificó las propuestas de éste y las adaptó al lenguaje satírico de una falla.
Y acertaron: la falla generó expectación incluso antes de estar terminada de plantar. Aunque hubo alguna parte del mundo fallero que lo rechazó, en general despertó mucho interés entre el público y la prensa, visitando la plantà personalidades de la cultura valenciana como Carmen Alborch, Manolo Valdés o Paco Bascuñán. Dado que su estética estaba fuera de lo convencional, se abrió el típico debate en estos casos de si es una falla o no, llegándose a plantear algún periódico nacional en su edición valenciana, incluso, si la Pinotxada universal era un cambio a lo contemporáneo de la estética fallera. Y no iban desencaminados, ya que el propio guionista de la falla explica en el llibret que la idea oculta de la que nació el proyecto es como algunos quieren que las fallas no cambien, han creado una versión actualizada del modelo de siempre con una figura central, escenas, muy decorada, critica y sátira.
No obstante, los premios confirmaron que esa renovación estética no iba a ir tan lejos, pues Na Jordana ganó el segundo de la sección especial (aunque consiguió el primero de ingenio y gracia), superándole una falla de estilo clásico como fue Convento Jerusalén-Matemático Marzal. Como señal de repulsa, los falleros y falleras de Na Jordana recogieron el premio con narices de Pinocho puestas como referencia a la hipocresía del mundo fallero, y el artista Manolo Martín culpó al presidente del Círculo de Bellas Artes de València, Àlex Alemany, que era miembro del jurado de la sección especial, del desagravio por no haber ganado el primer premio. Por su parte, el diseñador Sigfrido Martín Begué opinó que el segundo premio era una advertencia para que Na Jordana no siguiera en la línea contemporánea, porque si ganara perjudicaría a los artistas acomodados en lo clásico. También dijo que la falla de Convento “no la recordará nadie” y las de Na Jordana sí, acertando al menos en que el enorme Pinocho es mucho más recordado que el primer premio de aquel año.
¡Y tanto! Convertido en un símbolo para Na Jordana (e incluso de las Fallas en general se podría decir), apareció de nuevo en diversos tamaños en las fallas de esta comisión de 2004 y 2022, en las infantiles de 2012 y 2019, y en la grande de l’Antiga de Campanar de 2014.
PARA SABER MÁS:
BORREGO PITARCH, VICENT (dir.) (2001): Llibret de la Falla Na Jordana. València.
BORREGO PITARCH, PERE (dir.) (2003): Na Jordana, 50 anys especials (1954-2003). València, Falla Na Jordana.
LAGARDA, ALEJANDRO (2022): “Radiografiant Pinotxo. 20+1 anys d’una icona (fallera)”. Llibret de la Falla Na Jordana 2022, pp. 200-217.
“Martín Begué, un Sigfrido callejero“. Web Makma.net, 13 de marzo de 2013 (última consulta: 6/04/2022).