Desde aquellos dos que se encabezonaron en hacer una falla en Sollana con trastos hasta hoy han pasado cuarenta años. La comisión fallera del pueblo lo quiere celebrar reconstruyendo la primera falla “de verdad” que plantaron y vendiendo cosillas con el logo del aniversario para tenerlas de recuerdo, porque ya nunca más cumplirá esos años.
Hace ya un montón de años que unos amigos no paraban de hablar en el bar Rivoli de Sollana de que querían formar una comisión fallera, hasta que el 18 de marzo de 1976 dos se cansaron e improvisaron una con trastos. Tanta repercusión tuvo en el pueblo esta iniciativa, que a los pocos meses se creó la falla oficialmente bajo la presidencia de Luis Herrero Piles y contratando el primer monumento al artista de Sueca Pasqual Carrasquer.
Actualmente, la Falla del Poble de Sollana es una comisión de 200 falleros con muchas ganas de pasárselo bien, y quiere conmemorar sus cuarenta años plantando monumento inspirado en el primero que tuvieron (1977), el cual incluirá la leyenda “40 anys fent falla” y será obra del artista Mauricio Moreira Santos. Pero además, la comisión ha querido investigar sobre su historia a través de entrevistas con sus fundadores (a los cuales por cierto se les homenajeó en la presentación de la fallera mayor), han preparado un vídeo con más de 500 fotografias de esos 40 años aportadas por los vecinos del pueblo, y han diseñado un logotipo que conmemorar la efeméride. También han puesto a la venta chapas y polares con motivo del acontecimiento.
Cuarenta años de anécdotas
Aquellos primeros años de existencia, además de fallera mayor y fallera mayor infantil, en la Falla del Poble de Sollana existían los cargos de reina del Foc, de la Flor y del Casal, cargos que eran habituales en poblaciones cercanas que celebran la fiesta fallera. Las representantes del primer ejercicio (1976/77), Nuria Bernabé Gimenez y la niña María Teresa Ribera Llopis, tuvieron su acto de presentación en el cine Serrano… que no tenía escenario. Por ello tuvieron que perdir prestado un escenario desmontable al ayuntamiento y los falleros montaron todo lo necesario para el acto (telones, pasarela, megafonía, etc.).
Por entonces no tenían casal, y las reuniones se realizaban en diversos locales sociales del pueblo. Durante un tiempo la comisión tuvo una banda de cornetas y tambores formada por niños, que amenizaba los pasacalles y otros actos donde la música era necesaria. Vivieron momentos buenos, como formar parte de la comitiva que recibió a un barco holandés atracado en el puerto de Valencia el mismo ejercicio de la fundación, pero también malos como sufrir la rotura del pantano de Tous en 1982; afortunadamente, la comisión de Joaquín Costa-Conde de Altea les ayudó a superar las pérdidas sufridas por la inundación. No fue la única relación que tuvieron con las fallas de Valencia, pues años más tarde recibieron la visita de dos falleras mayores de Valencia en sus respectivos reinados: Covadonga Balaguer (1989) y Noelia Soria Mompó (2004), nacida esta última en Sollana.