¿Qué sería la fiesta de las Fallas sin fallas? Pues nada, porque el monumento fallero, o mejor dicho falla, es la base de la fiesta. En su origen era un pequeño tablado en el cual se situaban figuras (ninots, en valenciano) que representaban a modo de teatro una escena satírica, dirigiendo sus críticas a un vecino, a la política del momento o incluso a una situación internacional. Hoy en día, las fallas siguen manteniendo ese espíritu humorístico y crítico, pero en general prima más el esfuerzo por conseguir una buena estética. Afortunadamente, en los últimos tiempos hay una corriente que aboga por recuperar el espíritu satírico originario de las fallas, viéndose cada año más monumentos falleros pensados con gran ingenio, en especial entre los de menor presupuesto. Los blancos de las fallas más satíricas suelen ser las noticias de actualidad (incluso las muy próximas a la semana fallera, ya que los artistas falleros tienen grandes reflejos), los famosos, los políticos de todos los signos y hasta los propios falleros.
Las fallas más conocidas son las de grandes dimensiones (porque son las que suelen salir por televisión, claro), pero las hay desde unos tres metros hasta más de veinte que han llegado a medir algunas. Además, hay una versión infantil de menor tamaño (hasta tres metros de altura) y con temáticas más adecuadas con su público, como cuentos, personajes de series televisivas para niños o cuestiones didácticas. Cada comisión fallera pone en la calle una falla grande y otra infantil, por lo que entre unas y otras, en Valencia capital se plantan más de 800.
La estética de las fallas suele ser de estilo clásico, muchas veces tendente al barroquismo, y su disposición adopta en la mayoría de los casos una forma piramidal, con un motivo en la parte central de gran tamaño (lo que se conoce como el remate), o varios si el monumento es muy grande, y diversas escenas con ninots alrededor. Sin embargo, en la calle cada vez hay más variedad de estéticas, encontrándose a veces formas geométricas e incluso matemáticas, o ninots completamente planos. En cualquier caso, el monumento fallero tiene un lema y está explicado por carteles con divertidos versos clavados en numerosos lugares.
¿Y para qué se planta la falla? Pues para quemarla, porque si no, no sería una falla. Por ese motivo, siempre se construyen en materiales combustibles como madera, cartón, papel y poliestireno expandido (conocido comúnmente como corcho blanco). La estructura interna es de madera, mientras que las figuras son de cartón o poliestireno expandido, material este último en boga dado que hoy en día se reproducen figuras informáticamente gracias a él.
En resumen, estas esculturas efímeras hay que verlas por su arte, por su humor… y porque desaparecen con el fuego para no volver nunca más. Aunque para recordarlos, siempre tendremos las fotos y los vídeos.