La transformación de algunos barrios en “alojamientos turísticos” es problemático para la fiesta fallera, según se dijo ayer en la primera jornada de “Les Falles al Peset”, organizada por la Associació d’Estudis Fallers (ADEF).
El “milagro turístico” tiene su cara negativa también. El fenómeno que están viviendo algunas zonas de València, que ven convertidos sus bajos o edificios en viviendas vacacionales y por tanto no para un vecindario permanente, ya está dando problemas a las comisiones falleras del lugar. Es una de las principales conclusiones del coloquio celebrado ayer en la Sala de la Muralla el Colegio Mayor Rector Peset, correspondiente a las XIX Converses “Les Falles al Peset” dedicadas a las Fallas en tiempos del turismo de masas.
Esta primera jornada, moderada por Carlos Navarro, se tituló “Naufraguen les tradicions?”,y se dedicó a los efectos de la gentrificación (transformación de una zona urbana normalmente degradada por parte del mercado, en este caso las empresas turísticas) sobre las Fallas. En ella hablaron Merche Simarro (presidenta de la Falla Lope de Vega), Hanna Fricke (consultora de marcas y publicista), Antonio Pla (vicepresidente de la Federación de Asociaciones Vecinales de València) y Marisa Falcó (artista fallera).
Todos los ponentes estuvieron de acuerdo en que la gentrificación de algunos barrios de València, y hablaron sobre todo de Ciutat Vella, era algo negativo para las comisiones falleras. Esto es así porque la proliferación de alojamientos turísticos sin control está expulsando a los vecinos, ya que está haciendo subir los precios de las viviendas, y además hace desaparecer los comercios tradicionales. Esto hace, por un lado, que los falleros y fallas no vivan en la zona, siendo a veces complicado desplazarse hasta el centro para estar en el casal; y por otro, dejan de existir comercios que ayudaban a financiar la fiesta. Esto provoca que el censo de las comisiones del centro esté descendiendo. Para los artistas falleros también resulta incómoda la situación a la hora de plantar la falla.
También se denunció que la mayor parte de la gente que visita el centro de la ciudad lo hace por las verbenas, y que son gente muy entrenada que está acostumbrada a ir allá donde haya fiesta. Este colectivo, y las empresas que se contratan las comisiones para llevar las barras, en realidad no están vinculadas a la base de las fiestas falleras que es la falla, la cual se convierte en una excusa para las verbenas. En este sentido, se afirmó que se perdió una oportunidad de invertir la tendencia y acostumbrarse a vivir las fallas de día cuando se celebraron en septiembre de 2021 por causa de la pandemia, en las que había toque de queda a la una de la madrugada.
Como posibles soluciones a este problema se comentó reducir las subvenciones públicas a las comisiones que celebren más verbenas, o imponer una “tasa fallera” de manera que los visitantes ayuden a pagar la fiesta que hay en el lugar donde residan temporalmente. Los ponentes no vieron significativa la tasa turística como tal para paliarlo. Además se vio importante regular la apertura de alojamientos turísticos para evitar su exceso.
En el turno de intervenciones del público, se lamentó que se hayan perdido las tradiciones de la plantà (en el sentido de colaboración de los falleros) y de la arreplegà, y al hilo de la críticas a la excesiva fiesta nocturna, se comentó que hace muchos años se disparaba una traca a las 12 de la noche para indicar que debía de parar la actividad fallera hasta la hora de la despertà.
Por otro lado, se destacó la necesidad de equilibrar tradiciones con la hosteleria. Se habló el caso concreto de la traca correguda, que para dispararse debe tener en cuenta la proximidad de mesas de las terrazas de los bares. También se pidió que las instituciones fomentaran las tradiciones valencianas.
En otro orden de cosas, se dijo que las Fallas pueden colapsar porque están alcanzando demasiada magnitud y que habría que plantearse su decrecimiento. Ya ha pasado con la iluminación de Russafa, que creció tanto que las circunstancias la hicieron reducirse. Según la mesa, nadie se plantea que las Fallas decrezcan, pero llegará un momento que las circunstancias las forzarán a ello (de hecho, ya ha bajado la cantidad de falleros y falleras de Ciutat Vella). También se dijo que las que tendrían que disminuir su tamaño son las de las máximas categorías, ya que hoy en día hay comisiones muy modestas que no podrían.
Otra intervención fue en la línea de no considerar factible la fusión de comisiones falleras, pues significa perder identidad, y también en que en sus actividades deben saber decir que no a ciertos caminos que a la larga no favorecen a la fiesta. Además comentó que, en los puntos donde proliferan los alojamientos turísticos, al ser gente de fuera los falleros y falleras pueden considerarse una molestia.
Como últimas premisas, se hizo patente la necesidad de una transición ecológica y económica en las Fallas, se vio inevitable el colapso de la fiesta, y se reconoció el miedo a la turistificación por parte del colectivo fallero.
El segundo y último coloquio tendrá lugar hoy a las 19.30 en el mismo lugar, actuando como moderadora a Neus Navarro (periodista y fallera también) y se titulará “El melic del món”. En él se debatirá cómo afronta la fiesta fallera y la ciudad de València la turistificación (cuando los habitantes de un barrio huyen del mismo por culpa del turismo), siendo los ponentes Vicent Marco (periodista), Jesús Peris Llorca (fallero de Ripalda – Beneficència – Sant Ramon), Paula Simó (profesora del Departamento de Economia Aplicada de la Universitat de València) y Alberto Cabeza (exintendente de la Policía Local en Ciutat Vella).
La ADEF y el Colegio Mayor Rector Peset de la Universitat de València organizan estas jornadas, gracias a la colaboración del Gremio Artesano de Artistas Falleros de València, la Junta Central Fallera, la Interagrupació de Falles de València, la Federació Premis de les Lletres Falleres, l’Associació Cultural Premi Iaraní, L’ETNO (Museu Valencià d’Etnologia), la Universitat Politècnica de València UPV, la sede en València de la Universitat Internacional Menéndez Pelayo i la Federació d’Instituts d’Estudis del País Valencià.