Fallas para falleros y no falleros según Candreu
¿Ya has leído El pavo del ayuntamiento?

El Coloso que resucitó

Falla Plaza del Caudillo 1971 (archivo Iván Esbrí)
Falla Plaza del Caudillo, 1971 (archivo Iván Esbrí).

Fallas que se repiten hay muchas y las habrá en toda la Historia, pero ninguna ha tenido las razones para hacerlo como la que plantó la comisión de la plaza del Caudillo en 1970 (sí, la comisión, porque por aquel entonces, la falla que se plantaba en la actual plaza del Ayuntamiento de València la sufragaban falleros y falleras, no el municipio como actualmente). Esa falla, que representaba curiosamente un símbolo de la fortaleza y la grandeza, cayó al suelo, y volvió a reconstruirse al año siguiente con algunas modificaciones.

Boceto de la Falla Plaza del Caudillo de 1970
Boceto de la Falla Plaza del Caudillo de 1970.

Los años sesenta fueron una época de crecimiento en las Fallas: de plantarse 149 monumentos en 1960, se pasó a 217 en 1971. Además, se sumó un día a la fiesta al adelantarse la plantà, y el número de turistas que visitaban València en Fallas iba en aumento. En este contexto, los falleros de la principal plaza de Valencia quisieron plantar una falla que simbolizara ese  “colosalismo” al que estaba llegando la fiesta, y qué mejor forma de hacerlo que construyendo una reproducción del Coloso de Rodas. Esa falla tenía de lema precisamente El Coloso de Rodas y se le encargó al escultor Octavio Vicent, quien por aquel entonces ya hacía tiempo que había abandonado el trabajo de artista fallero y se había centrado en su cátedra de modelado al natural en la Escuela de Bellas Artes San Carlos (València).

El proyecto tenía previsto alcanzar los 25 metros de altura, unas dimensiones considerables para la época, y su tema era la tendencia a lo colosal que se percibía en la Historia en general y en las Fallas en particular. El artista se vanagloriaba de apoyar miles de kilos de madera y cartón en solo dos puntos, los tobillos de la figura. Se llegó a plantear que los espectadores pudieran subir hasta la antorcha, algo que finalmente se descartó (y afortunadamente, en vista lo que le pasó a la falla). Su presupuesto fue de un millón de pesetas, unos 6.000 euros actuales.

Paradójicamente, tanta grandeza que quería representar esa falla no sirvió para evitar el desastre. Durante la plantà, siendo las seis de la mañana del 16 de marzo y faltando solamente montar la cabeza del Coloso, el cuerpo del mismo se vino abajo por culpa del fuerte viento, rompiéndose las piernas por debajo de las rodillas y destrozándose completamente la figura (salvo la cabeza que aún no se había montado) al caer al suelo. Los carpinteros del taller de Octavio Vicent ya advirtieron que la estructura no resistiría la ventolera, y así fue. En efecto, tal y como comentó posteriormente personal del taller, la carpintería utilizada no fue la adecuada, y el apoyar todo el peso en dos puntos en lugar de tres no daba suficiente estabilidad.

Tras el desastre, los falleros de la plaza del Caudillo no se rindieron y se empeñaron en volver a levantar la falla, y así lo hicieron: en 24 horas estuvo de nuevo en pie, solo que sustituyendo el cuerpo del Coloso por una columna lisa de madera pintada de colores. Fue gracias al colectivo de artistas falleros, que reaccionó rápidamente para improvisar algo que sustituyera a lo que se destrozó en la caída.

Falla Plaza del Caudillo 1970 reconstruida (foto de Todocoleccion)
Falla Plaza del Caudillo de 1970 reconstruida (foto de Todocoleccion.net).

Pero con aquella reconstrucción improvisada no quedó satisfecha la comisión, y al año siguiente volvieron a plantar otro Coloso de Rodas, pero mejorado artísticamente y técnicamente. El artista volvía a ser el mismo, así como el lema de la falla, y con la colaboración del carpintero Antonio García se realizó de nuevo la misma figura dorada en una falla que alcanzó los 25 metros, como el del año 1970. Ahora bien, la temática de esta falla de 1971 era un homenaje a las siete maravillas del mundo antiguo, y tenía dos novedades destacables: una, que la antorcha ya no estaba en el suelo, sino que la levantaba el Coloso como símbolo de éxito; y la otra, el Ave Fénix que había a sus pies refiriéndose al resurgir de las cenizas de la falla, análogamente a como lo hizo dicho animal según la mitología. Afortunadamente, esta falla no sufrió percances y se quemó completa y entera, para el alivio de los falleros y de las falleras.


PARA SABER MÁS:

VV.AA. (1990): Historia de las Fallas. València, Levante-EMV.

FONTÁN, JULIO (2020): “La maldición del Coloso”. Actualidad Fallera, núm. 350 (Extra Fallas 2020), pp. 20-22.